miércoles, 29 de agosto de 2012

Esteva, un asentamiento prehistórico a las orillas del río Tajo



El yacimiento arqueológico denominado según la cartografía “Esteva” se halla situado cerca del lugar conocido como Despoblado de Santiago y Vilillas, enclave del término de Almoguera, situado entre el de Driebes (Guadalajara) y Estremera (Madrid). En la terraza fluvial situada en la margen derecha del río Tajo y a unos trescientos metros de su cauce actual, se halla una superficie bastante llana, al este de la cual discurre el Canal de Estremera. Esta infraestructura se halla en proceso de remodelación y a causa de esta obra pública se ha actuado en el yacimiento mencionado. 
Tras ser detectado el yacimiento de Esteva en una fase de prospección anterior de cobertura total y sondeado mediante realización de catas manuales (nueve de 2 x 2 m. y profundidad suficiente hasta alcanzar los estratos naturales no alterados), abordamos la siguiente fase mediante la retirada de la cubierta vegetal en prácticamente toda el área afectada por el proceso de obra y que en este caso consiste en una superficie de trabajo entre 12 y 15 metros de anchura y una longitud de unos cien metros. En este caso se ha retirado la cubierta vegetal en dos bandas situadas a los extremos de la superficie de trabajo, de tres metros de anchura la situada al sur y de metro y medio la situada al norte. Con estas dos bandas (en las que se ha rebajado hasta una cota de – 40/50 cm.) se ha pretendido delimitar el yacimiento y se ha hecho especial incidencia en la mitad norte del trazado (que discurre de este a oeste), por donde se implantaría posteriormente la tubería subterránea. En esta banda central se han realizado dos grandes catas, uniendo por un lado los sondeos manuales 6 y 7, y por otro los 8 y 9, en los que habían sido localizadas algunas estructuras arqueológicas excavadas en el terreno natural, compuesto por arcillas de color rojizo.
Como consecuencia dl desbroce mecánico y limpieza manual se han detectado nuevas estructuras excavadas en la superficie de las arcillas, identificadas por el color más oscuro que los sedimentos y producido por la deposición de materiales de desecho (fragmentos cerámicos, óseos y líticos principalmente) mezclados con materia orgánica. No obstante el número de estructuras no es muy elevado tras la fase de limpieza manual de la totalidad de las superficies desbrozadas mecánicamente y que consiste en el barrido de la superficie y la retirada del polvo sobrante, único modo de diferenciar coloraciones. Posteriormente se ha completado la excavación de las estructuras detectadas en la fase anterior (en los sondeos 2 y 9) así como la excavación de una nueva estructura de acumulación de desechos, seguramente utilizadas originariamente como depósito de alimentos, a modo de silo subterráneo.
Sin embargo ha sido en la cata que ha unido los sondeos manuales 6 y 7 donde se ha producido la grata sorpresa de la aparición de una gran mancha de coloración grisácea, de planta aproximadamente circular y de unos tres metros de diámetro. Una vez iniciada la excavación arqueológica manual de la misma, se ha comprobado la existencia de varios “agujeros de poste” o pequeñas cavidades calzadas con cantos rodados, situados en el extremo noroeste de mancha, que serían las huellas de los maderos que sujetarían la techumbre de lo que sin duda debió ser un “fondo de cabaña” o huella dejada por una estructura vegetal abandonada y en la que han quedado desechos cerámicos y óseos. Y es en la naturaleza de estos desechos donde estriba la singularidad de este yacimiento, ya que se ha identificado la presencia de fragmentos cerámicos realizados mediante la técnica del torno (similar a la cerámica tradicional contemporánea), frente a otros mucho más numerosos realizados mediante la técnica de unión de “rodillos” de barro, hasta levantar las paredes de los recipientes cerámicos que posteriormente se cocerían en agujeros realizados en el suelo.
Este hallazgo sitúa esta estructura en el periodo de la introducción de la cerámica a torno en la Península Ibérica, técnica proveniente del Mediterráneo Oriental e introducida por los comerciantes fenicios a partir de los inicios del primer milenio a.C. La cerámica realizada a mano, como producto de sencillas técnicas de elaboración perdurará en el tiempo, incluso hasta nuestra Edad Media, pero su frecuencia será prácticamente irrelevante, frente a las producciones a torno que se generalizan a partir de estos momentos iniciales, convirtiéndose en artesanía especializada hasta el momento presente. En consecuencia la aparición de estas cerámicas a torno en un contexto estratigráfico no alterado en el yacimiento de Esteva, nos fecha este verdadero “fondo de cabaña” seguramente en el segundo cuarto del primer milenio, que serían las fechas en las que estas cerámicas hacen su aparición en el norte de la Meseta Sur y quizás provenientes de otros lugares con contextos denominados “orientalizantes” en la literatura científica, cuales son el Puente Largo de Aranjuez, por citar el más cercano que recordamos en estos momentos.
Esta época se denomina Edad del Hierro I, en contraposición de Edad del Hierro II, que se fecha a partir de la mitad del primer milenio a.C. (desde aprox. el año 500 hasta la romanización del siglo II a.C.) donde se situarían pueblos ya conocidos por los romanos, cuales fueron celtíberos, vettones, íberos, oretanos, carpetanos, etc…La presencia de yacimientos de la primera Edad del Hierro en las actuales tierras de la Comunidad de Madrid y norte de Castilla – La Mancha no es muy frecuente, frente a la relativa abundancia de lugares con presencia de restos arqueológicos del III y II milenio a.C., tanto en forma de grandes poblados de restos de cabañas y estructuras excavadas en los estratos naturales en la Comunidad de Madrid, e incluso de verdaderos poblados de casas de mampostería de piedra, con presencia de fortificación y abundante registro arqueológico, sobre todo en las actuales provincias de Albacete Cuenca y Ciudad Real.
Escasos ejemplos en Madrid, cuales son El Cerro de San Antonio de Vallecas, Los Llanos de Getafe (en el que tuvimos ocasión de excavar dos estructuras de sedimentación de desechos) o el más reciente descubierto de las Camas de Villaverde, presentan este tipo de registro, por lo que Esteva se sitúa en un plano superior a otra serie de hallazgos que, aunque siempre interesantes, no nos permiten abundar en el conocimiento de una época aún poco identificada y descrita y donde se introducen variables en algunos aspectos de la sociedad de la época, cual es el rito funerario de la incineración, que perdurará hasta la plena aceptación de la religión cristiana como oficial del Imperio Romano.

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