jueves, 13 de septiembre de 2012

Ya fuimos pioneros una vez...

Hace ahora algo más de veinte años tuvo lugar la eclosión de la Arqueología Profesional en España. Entonces denominamos "Arqueología Urbana" a todo proyecto de" excavación arqueológica de urgencia", también en términos de la época, que tenía por objeto el subsuelo de las ciudades o proyectos de desarrollo urbano de los mismas. Hasta ese momento los estudios arqueológicos eran realizados por equipos pertenecientes a los departamentos de Historia y Arqueología de las Facultades de Filosofía y Letras de las universidades españolas. Otros equipos procedían de los museos arqueológicos, que según decretos que se remontan al siglo XIX, conservan y difunden el patrimonio histórico - artístico de cada una de la provincias de nuestro país.

A partir de la segunda mitad de la década de los ochenta del pasado siglo se inició la transferencia de competencias en materia de Cultura a las distintas autonomías que hoy siguen conformando España. En estas transferencias también se incluyó la regulación de las actividades arqueológicas, dejando casi sin contenido al entonces Ministerio de Cultura, que había centralizado estas labores y publicado los resultados de los proyectos de excavación realizados hasta el momento. A partir de ese momento también se produjo la reglamentación de las actividades arqueológicas en cada una de las autonomías, así como los Planes de Ordenación del Territorio que empezaron a delimitar áreas de protección arqueológica. En estos lugares se hacía preceptiva la realización de actividades arqueológicas previas a la realización de proyectos de edificación o planeamiento urbanístico. 

Y ahí es donde un grupo de recién licenciados en Prehistoria y Arqueología e Historia Antigua, dimos un paso adelante y "saltamos el mostrador". Y digo dimos porque creo que en tiempos difíciles como los presentes no está de mas acordarnos de otros tiempos no menos fáciles y de los que también salimos airosos. El final de la década de los ochenta marcó en España un punto entre el antes y el después de la Arqueología programada. En aquel momento los equipos universitarios o museísticos no quisieron o no pudieron abordar las tareas de los arqueólogos profesionales, sobre todo porque nos empezamos a ocupar de proyectos nunca realizados antes, como obra pública, desarrollos urbanos o cascos históricos que en principio no ofrecían garantía de resultados estructuras o materiales y que además exigía integrarse en equipos de trabajo y adaptarse a los ritmos que la propia obra marcaba. Y fue el rechazo a la "obra", a la "arqueología del bocadillo", como decían en Andalucía lo que nos permitió a muchos recién licenciados acceder a un mercado de trabajo nuevo.

A partir de ese momento nos tuvimos que inventar casi todo.  Desde acostumbrarnos a llevar casco y botas (el chaleco de alta visibilidad llegaría ya en este siglo) hasta el "mantener a raya" a las retroexcavadoras cuando operaban en áreas "sensibles". Empezamos a redactar proyectos de excavación para obtener nuestros permisos de excavación arqueológica, desarrollamos sistemas de registro de unidades arqueológicas (donde Harris desplazó a Wheeler), adaptamos sistemas de información y comunicación en la informática personal que nació y se desarrolló en sincronía con nuestra disciplina y sobre todo, creo, nos lanzamos a contar lo que hacíamos y a sentirnos orgullosos de lo que hacíamos. Aunque no todos los colegas y no todas las instituciones pensaran y actuaran de la misma manera. 

Simplemente quiero comunicar que aquella primera mitad de los noventa fue un momento apasionante en el desarrollo de lo que hoy se ha sedimentado como Arqueología Preventiva. Un grupo de profesionales fuimos capaces de desarrollar unos métodos de trabajo y un corpus de conocimiento hoy día insustituibles. Hoy día, tras el colapso del sistema que vivimos, debemos ser capaces de adaptarnos a los nuevos tiempos y si entonces excavamos mucho y comunicamos poco, creemos que hoy debe ser justo al contrario, y devolver a la sociedad que entonces nos pagó nuestros trabajos, el caudal de conocimientos que constituye nuestra Historia.

Ya fuimos pioneros una vez y algunos tenemos la intención de volver a serlo en la sociedad de la comunicación de este atormentado siglo XXI.

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